miércoles, 30 de enero de 2008

Sugerencias para el cuidado de los hijos II

2. No descuidemos la parte afectiva:
Siempre es mejor empezar el día con una sonrisa y un beso o alguna caricia, un “te quiero” que crear un clima de tensión desde la mañana: evitemos los gritos, regaños, prisas.
Antes de acostarse debemos ayudar a nuestros hijos a liberar las tensiones acumuladas durante el día. Por ello se aconseja hacer un sencillo ejercicio de relajación (por ejemplo, una serie de 6-8 respiraciones profundas).
Tengamos en cuenta que nuestros hijos necesitan jugar, el juego del niñ@ es fundamental para su adecuado desarrollo. Si queremos que deje de jugar, démosle indicaciones claras que le permitan terminar lo que está haciendo. “Por favor ve terminando y recogiendo tus cosas, pues en 10 minutos cenamos”.
Los niñ@s deben tener tiempo para jugar de manera que muevan su cuerpo, utilicen su imaginación y desarrollen su creatividad. Cuanta más televisión vean, menos oportunidades tendrán para pensar y hacer cosas que les permitan aprender
Reconozcamos cada día el esfuerzo que hace el niñ@. Si no logra el objetivo deseado en cualquier ámbito de su vida (escolar, social, deportivo), animarle y ayudarle a que lo siga intentando las veces que sean necesarias hasta que lo logre. Con esto evitaremos que su autoestima se vea perjudicada.
Para reforzar su autoestima es conveniente fijar una meta concreta y realista con el niñ@ todos los días. Esto le ayudará a darse cuenta de sus logros y lo motivará a seguir progresando.
Alentar más al niñ@ en lugar de descalificarlo. Fijarse en lo que ha logrado, por mínimo que sea e invitarlo a que haga lo demás igual.
Tengamos expectativas de éxito sobre nuestros hijos: si de partida pensamos que no va a lograr algo, así será. Si les enseñamos a dar pequeños pasos con base en lo que van dominando, lograrán la meta que se propongan. Tratemos de motivar para el éxito (“lo vas a lograr”) en lugar de utilizar la amenaza o centrarse en el fracaso.
Resaltemos los aciertos del niñ@, en lugar de señalar lo negativo constantemente. Si el niñ@ ve pocos resultados, cada vez se esforzará menos. Si se le reconoce que algo lo hizo bien, intentará mejorar.
Debemos enseñarles y ayudarles a tomar decisiones por sí mismos: proponer dos o tres opciones que le permitan libertad de elección al mismo nivel (ir al cine, al teatro o al museo). Si mamá le dice: “pero yo prefiero que...”, ya no le está enseñando a elegir, sino está eligiendo por él.
Cuando nuestro hij@ está alterad@, hay que ayudarle a que reconozca su sentimiento, identifique de dónde proviene y cómo reconducirlo de forma correcta (hablándolo con alguien, desahogándose, riendo, etc)